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España es un país con una fuerte tradición gastronómica, nuestras especialidades culinarias son de lo más variadas y cada rincón de nuestro país ofrece deliciosos platos. Además, cada vez con más frecuencia, gastronomía y turismo van de la mano. Las escapadas gourmet o las rutas enológicas, además de buena comida tenemos excelentes vinos, están a la orden del día. Y nuestros bares y restaurantes, con sus terrazas al sol, son un gran reclamo para los turistas.

En los últimos años, a los pichos vascos, el jabugo extremeño, la paella valenciana, el lechazo leonés, el marisco gallego o el vino de La Rioja, se ha unido la cerveza artesana como elemento de atracción para el turismo.

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El sector cervecero español hasta la fecha

En España se consumen 50 litros de cerveza por persona y año, muy lejos de los 100 que se consumen en Alemania, los 150 en la República Checa y los 130 en Irlanda. Por lo que al margen de crecimiento del sector es amplio.

En 2015 el sector cervecero español espera superar los 35 millones de hectolitros de producción, manteniendo así su posición como cuarto productor europeo y décimo a nivel mundial. De estos 35 millones de hectolitros, se estima que unos 100 mil serán de cerveza artesa lo que supondrá un aumento del 33% con respecto a 2014. Y es que, a pesar de la crisis, el segmento de la cerveza artesana lleva 5 años de crecimiento en nuestro país, y crece a un buen ritmo.

Hasta hace muy poco, el mercado de la cerveza en España era totalmente homogéneo. Se producía y consumía cerveza rubia casi exclusivamente. En los últimos 10 años se han ido introduciendo cervezas sin alcohol, cervezas con limón y cervezas Premium. Y, ahora, se está produciendo la irrupción en el mercado de la cerveza artesana que se está posicionando como producto gourmet o de alta gama, compitiendo en restaurantes de alto nivel con los vinos.

El ejemplo de Baviera, Alemania
¿Se puede crear en nuestro país un sector turístico alrededor de la cerveza como ya se ha hecho con el vino y la gastronomía?

oktoberfest-beerPara responder a esta pregunta lo mejor es fijar nuestra atención en Baviera, sede de la Oktoberfest, el mayor acontecimiento cervecero del mundo, que atrae cada año a millones de turistas, y del que se han creado réplicas por medio mundo. Para hacernos una idea de la repercusión, económica y social, de la Oktoberfest, a continuación podéis ver una infografía con sus grandes cifras. ¿Impresionante, verdad?

Pero no solo de la Oktoberfest vive el sector turístico cervecero alemán. En Alemania existen unas 5.000 variedades de cerveza distintas que se fabrican en más de 1.300 fábricas de cerveza, y más de la mitad de estas fábricas están en Baviera. Esta diversidad es única en el mundo. Uno de los principales reclamos turísticos cerveceros del país es la visita a los distintos monasterios y abadías en los que se lleva siglos elaborando el preciado líquido. Aquí puedes ver algunos de los más visitados.

Otro punto de fervor cervecero, que atrae tanto a los locales como a los visitantes, son los biergarten o “jardines de la cerveza” entorno a los cuáles hay numerosas tradiciones e incluso leyes. Por ejemplo, a un biergarten puedes llevarte tu propia comida y está prohibido poner toldos o techos, puesto que tienen que ser lo más naturales posible y tratar de mantener la estética con la que nacieron hace más de 200 años.

Su origen es cuanto menos curioso, y demuestra la importancia de la cerveza en la cultura alemana, en especial, de Baviera. Durante los meses de calor, primavera y verano, no se dan las condiciones óptimas de elaboración de la cerveza, en concreto, para la fermentación. Es por ello, que el rey Alberto V de Baviera, prohibió su producción en los meses cálidos. Fue entonces cuando, los productores bávaros, pensaron que nada les impedía fabricarla durante el invierno y almacenarla para su consumo en verano. Y así lo hicieron. Buscaron lugares frescos y sombreados como márgenes de ríos, colinas, etc. y allí construyeron sótanos en los que guardar la producción hibernal de cerveza para el periodo estival. Al principio, la gente compraba la cerveza y se la llevaba a casa para consumirla allí. Pero, poco a poco, y dado que los puntos de venta se hallaban en zonas muy agradables para pasar una tarde de verano, empezó a popularizarse el hecho de consumirla allí. Incluso, de llevar comida, y pasar el día.

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Y aún hay más ejemplos de cómo la cerveza o su cultura se pueden convertir en un reclamo turístico. En la preciosa ciudad universitaria de Heidelberg, por ejemplo, han batido el record guiness a la cerveza con mayor graduación alcohólica del mundo. Nada más y nada menos que 33% grados. Otro ejemplo, un hotel en el que puedes dormir dentro de un barril de cerveza. ¡Imaginación al poder!

Si el turismo cervecero triunfa en países como Alemania, Irlanda o la República Checa, imaginaos lo que podemos llegar a hacer aquí si lo combinamos con nuestra envidiable gastronomía y nuestro inmejorable clima. Porque ¿a quién no le apetece una cerveza bien fresquita ahora mismo, en plena ola de calor? Eso sí, es evidente, que no tenemos ni su cultura ni su tradición, ni quizás su aguante en cuanto al consumo de cerveza, pero ideas van surgiendo y, algunas de ellas son prometedoras.

 

La cerveza artesana está de moda

En España en la mayoría de ejemplos que hemos visto hemos constatado que en el mundo de la cerveza artesana la proximidad es un valor. Los pequeños productores suelen comercializar sus cervezas en locales próximos al lugar de fabricación (como es el caso de la cerveza de Xátiva, la Socarrada) o en sus propios locales como en el caso de la cerveza de Alboraya de Birra&Blues. Esta tendendencia dota a los locales de una cierta exclusividad y a las cervezas de una especie de denominación de origen.  En estos casos no es raro que se añadan a la composición de la cerveza elementos típicos del lugar. Así, por ejemplo, podemos encontrar cerveza de chufa en Valencia, cerveza de cereza en el Valle del Jerte o cerveza de naranja en el sur de Castellón. No sé qué opinarán de esto nuestros amigos bávaros, teniendo en cuenta la ley de Pureza cervecera que impera por esos lares.

 

También han comenzado a surgir actividades lúdicas y culturales en torno al mundo de la cerveza artesana. Por ejemplo, la celebración de ferias de la cerveza (ver ejemplos aquí y aquí) que generalmente se acompañan con productos alimenticios típicos, de pequeños productores y de proximidad. También hemos encontrado talleres de fabricación de cerveza, en los que en un intenso fin de semana te enseñan el proceso de producción, las fábricas y, como no, se realizan catas y cenas maridaje. Incluso ya hay ciclos de conferencias y formaciones más serias para aquellos que quieren aprender a producir su propia cerveza, bien para el autoconsumo o como negocio.

Es cierto que en nuestro país, quitando de las grandes marcas productoras, el mercado de la cerveza es incipiente, pero su futuro es muy prometedor.