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Para Francisco Álvarez el modelo económico en el que vivimos se basa en principios erróneos como que el crecimiento puede ser infinito o que el éxito de un país se viene determinado por su PIB. “Vivimos en un planeta finito, con recursos finitos… es utópico pensar que vamos a poder crecer eternamente. Se dice que el crea que en un mundo finito, el crecimiento puede ser infinito o es un loco o es un economista. Y es cierto. Tampoco es lógico que el bienestar de un país se mida en términos de PIB porque este indicador no tiene en cuenta aspectos fundamentales como que se trate de un país democrático, en el que haya igualdad de oportunidades, etc.”, comenta Álvarez. Y añade que “además es un modelo antinatural, que va de arriba abajo. Una vez, un ganadero, me contó que trimestralmente recibía una carta de Bruselas en la que se le decía la cantidad de litros que sus vacas debían producir. Esta cifra venía dada por unos técnicos que analizando la oferta y la demanda y la cantidad de explotaciones ganaderas, estipulaban esta cifra. Y estos técnicos hacían lo mismo con la uva, las naranjas…”.

Durante la charla, Francisco Álvarez hizo también un repaso a las distintas instituciones económicas internacionales, haciendo patentes sus incongruencias y los intereses que hay en ellas. Por ejemplo, destacó, que el Fondo Monetario Internacional creado en 1944, en plena II Guerra Mundial, tiene como objetivos fundacionales “evitar crisis financieras, ayudar a los países a desarrollarse y erradicar la pobreza en el mundo”. Objetivos, todos ellos, que no se adecuan a la labor que realmente ejerce la entidad.

Modelo Económico del Bien Común

“Uno de los principales problemas  del actual sistema económico es que tiende a tratar los problemas por separado. Cuando se plantea una solución a un problema, no se tienen en cuenta las implicaciones sociales o medioambientales que su aplicación puede tener”, comenta Álvarez.

¿Existe una alternativa? El modelo económico del Bien Común, iniciado por el economista austríaco Christian Felber, y que plantea cambiar los valores del modelo económico actual como el afán de lucro y la competitividad por valores como la cooperación, la confianza, la solidaridad, la responsabilidad… En definitiva, un modelo más justo, más social y más ecológico, lo que le permitirá ser más durable y sostenible.

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“Este modelo tiene que llegar e implantarse en las empresas puesto que son el motor de la Economía. Para ello, se ha creado una matriz, con una serie de criterios, positivos y negativos, a los que las empresas pueden acogerse para certificar que forman parte del movimiento.  El objetivo, es demostrar, a través del funcionamiento de estas empresas que el modelo es viable, y que, poco a poco, estas medidas tomadas de forma voluntaria por algunas empresas, lleguen a generalizarse e, incluso, a convertirse en leyes”, explica Francisco Álvarez.

Entre los criterios positivos destacan acciones como el reparto justo del volumen de trabajo, la transparencia o la reducción del impacto ecológico. Entre los negativos, encontramos elementos como la distinción salarial entre hombres y mujeres, el quebrantamiento de los derechos humanos o de los trabajadores, producción con obsolescencia programada…

[Img #2801]Un ejemplo: La Fageda

“Soy Cristóbal Colón, vengo del manicomio con 14 enfermos mentales y queremos montar una empresa”, con esta frase que suena “a broma”, se presentó hace 30 años un psiquiatra del Hospital Psiquiátrico de Salt (Girona), cuyo nombre es realmente Cristobal Colón, ante instituciones y entidades financieras esperando que alguien creyera en su proyecto.

Su proyecto, materializado en la cooperativa La Fageda, es actualmente la tercera compañía de postres lácteos de Cataluña, tiene 280 empleados (un 60% discapacitados) y una facturación (en 2011) de 14 millones de euros.

“El objetivo de La Fageda no es ganar dinero, sino que los discapacitados de su comarca pudiesen acceder a un empleo que les ayudase a mejorar su autoestima y su salud. Ese es el espíritu de la Economía del Bien Común. Las empresas deberían tener una finalidad, aportar algo, respetar  su entorno, y no pensar exclusivamente en generar beneficios a toda costa. La cooperativa además está gestionada siguiendo los parámetros del modelo del Bien Común, repartiendo los beneficios entre los trabajadores a partes iguales, creando obra social y fomentando valores como la integridad o el esfuerzo”, concluye Francisco Álvarez.

Si quieres ver la presentación completa de Francisco Álvarez visita nuestra Know Box.