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Julio-Gisbert-QueroCuéntenos un poco sobre su trayectoria, ¿cuándo y por qué empieza a interesarse en los sistemas de economía alternativa?

 Yo trabajo en banca desde 1990 y en 1993 creé junto a otros compañeros un grupo de estudio cuyo objetivo era crear una banca alternativa, más ética y solidaria. Entonces nos fijamos en experiencias que se habían puesto en marcha en otros países como Inglaterra o Estados Unidos, porque en España no se había hecho nada en este sentido.

Nos reuníamos en la Residencia de Estudiantes de Madrid y analizábamos estas iniciativas, incluso pusimos en marcha un servicio de microcréditos. Reuníamos dinero entre todos y lo prestábamos a grupos o personas que tuviesen un proyecto concreto. Ellos nos lo devolvían sin intereses. Esa fue mi primera incursión en el ámbito de la economía alternativa.

Luego a nivel personal continué interesándome por estos temas. Conocí alguna red de trueque que se inició en Madrid en los años 90, los primeros bancos de tiempo españoles que se crearon en Barcelona en el 2001, etc.  Y en el año 2003 participé en Albacete en unas jornadas sobre Redes de Intercambio de Servicios, Productos y Conocimientos. Vinieron unos ponentes argentinos que nos contaron como más de 6 millones de personas habían vivido de las redes de trueque durante el famoso “corralito”. Luego también participé en el nacimiento y puesta en marcha de varios Bancos de Tiempo como el de El Escorial o el de Alcobendas. Este es  un fenómeno que ha crecido mucho. Ahora mismo hay unos 300 Bancos de Tiempo funcionando en nuestro país.

Hace tres años decidí recapitular toda esta información y escribí el libro “Vivir sin empleo” en el que hablo redes de trueque, bancos de tiempo y monedas sociales. En definitiva, de economías sin dinero.

 ¿Cómo definiría un Banco de Tiempo? ¿Qué diferencias hay entre este tipo de sistemas y el trueque tradicional?

 Un Banco de Tiempo es una red organizada de intercambio de servicios. Una red de trueque podríamos definirla así también. Es decir, en ambos casos son comunidades que se reúnen, ponen en común todas sus habilidades y todos sus recursos y empiezan a intercambiarlos.  La diferencia es que en un Banco de Tiempo se utiliza una unidad de intercambio, que es la hora. Una Red de Trueque necesita de una divisa, de una moneda social para facilitar los intercambios.

Realmente la definición de trueque es que yo te cambio esto por esto otro. Ambas partes deben tener la voluntad de poseer el producto o servicio que ofrece la otra persona. Sino el canje no se produce. Para facilitar los intercambios se precisa de una divisa. Es decir yo te pago tu producto/servicio en esa divisa y luego tú puedes adquirir con ella otro bien o servicio que ofrezca otra persona. Este es el origen de la moneda. La moneda nace para facilitar el comercio. Es lo que permitió avanzar y evolucionar más allá del trueque directo, el te cambio esto por esto siempre que a los dos nos beneficie.

Por tanto, los Bancos de Tiempo son más sencillos, en ellos solo se intercambian servicios. Y un servicio vale el tiempo que se tarda en hacerlo. En las Redes de Trueque además de servicios, también se pueden intercambiar productos. Son iniciativas más económicas que sociales. Los Bancos de Tiempo son más sociales, lo que realmente estás facilitando con ellos es la creación de una cadena de favores, que la gente se ayude la una a la otra.

Además los servicios que se ofrecen en un Banco de Tiempo deben ser ocasionales. Yo no puedo estar constantemente dando clases de inglés por una cuestión de intrusismo profesional, para eso existen las academias. Hay profesionales que se quejan de que los servicios que se dan a través de los Bancos de Tiempo les quitan trabajo. Por eso muchos Bancos de Tiempo, estipulan que los intercambios deben ser ocasionales, otros no lo hacen. Es un sector poco definido. Cuando estás en paro o no tienes dinero, por qué no poder recibir clases de inglés de forma continua dentro de un Banco de Tiempo.

 ¿Existe alguna experiencia de Moneda Social?

En el ámbito nacional, no. Sin embargo, en Alemania hay varias experiencias de monedas sociales que están funcionando magníficamente. En Brasil y en Estados Unidos también, y en Inglaterra, por ejemplo, están muy centradas en proyectos de transición. Se trata de pequeñas comunidades que visualizan como desean ser en un futuro (20 o 25 años) y que utilizan la moneda social como una herramienta más. Son experiencias que están teniendo mucho éxito. En Brasil hay más de 50 comunidades que utilizan moneda social que lo que hacen es empoderar a las economías locales. Aquí, poco a poco, están apareciendo algunas.

Al margen del intercambio de productos y servicios, ¿qué beneficios aporta a una comunidad participar en este tipo de iniciativas?

Los Bancos de Tiempo tienen un componente psicológico muy importante. Actúan de forma muy positiva sobre la autoestima de las personas.  Al acceder a un Banco de Tiempo tienes que tener claro que vas a ofrecer, qué puedes aportar, qué aptitudes tienes, qué conocimientos, qué habilidades. Y, por otro lado, saber también qué necesitas, que proyectos tienes.

Conozco un caso de una persona con esclerosis múltiple, que de entrada, no podía aportar mucho a la comunidad, pero que empezó a utilizar un Banco de Tiempo, con la esperanza de mejorar su estado y poder contribuir ella también. La posibilidad de poder trabajar para los demás, el sentirse útiles y valorados es muy importante.

Parados, amas de casa, jubilados… corren el riesgo de quedar excluidos de la “economía tradicional”, ¿es en tiempos de crisis donde estás economías alternativas tienen más auge?

Es cierto que ahora los Bancos de Tiempo están creciendo mucho. Pero como hemos comentado, son herramientas más sociales que económicas. No son un sustituto del empleo pero si que pueden ayudar a que una persona desempleada  se sienta útil. Y le pueden ayudar a vivir más dignamente. Además se puede trabajar para la comunidad y para que esta sea mejor. Es decir, que más allá de cubrir las necesidades personales de cada miembro, un Banco de Tiempo puede destapar y cubrir necesidades colectivas. Pero para ello se necesita mucha organización y dinamización. Hay Ayuntamientos que se están implicando en iniciativas de este tipo. Se pueden hacer muchas cosas. Se pueden crear talleres, incluso llegar a generar consumo con el tiempo como moneda.

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 Los Bancos de Tiempo, ¿son un fenómeno local y urbanita?

Los Bancos de Tiempo que mejor funcionan son los locales, los de barrio, porque las relaciones y los intercambios deben estar basados en la confianza. Determinados servicios como que recojan a tus hijos del colegio no se los vas a encargar a cualquiera. En los Bancos de Tiempo se suelen hacer muchas reuniones para que la gente se conozca, para que se cree comunidad. Además es un fenómeno muy urbano, en los pueblos prácticamente no hay Bancos de Tiempo. Porque este tipo de ayuda ya se presta de forma natural y tradicional. En las ciudades no conocemos ni al vecino de enfrente y, muchas veces, nuestra única red de ayuda es la familia.

Con el auge de las nuevas tecnologías y las redes sociales, se han intentado crear Bancos de Tiempo online pero no han tenido mucho éxito.

En una Asociación de Antiguos Alumnos como la nuestra abunda el conocimiento, ¿además de productos y servicios, se puede intercambiar saber?

 La prensa suele quedarse en el folclore de lo que implican los Bancos de Tiempo, en el yo te arreglo una tubería, tú me acompañas al médico, etc. No profundizan más. Pero además de servicios de primera mano se puede intercambiar conocimiento. En vuestro caso, quizá sería lo más apropiado. Sin dejar de lado lo otro, que siempre puede ser útil.

De hecho existen Bancos de Tiempo ligados al conocimiento como puede ser “Comunitats”. En ellos los integrantes pueden aportar su experiencia y su saber a cualquier persona que tenga un proyecto, como emprendedor o a nivel personal, utilizando la divisa del tiempo. Este tipo de Bancos de Tiempo pueden funcionar muy bien en ámbitos universitarios. Además aquí la tecnología sí que puede aportar mucho, porque suelen ser comunidades muy informatizadas, cosa que todavía no ocurre con las comunidades locales que suelen poner en marcha Bancos de Tiempo.

Existe la figura de los Bancos de Conocimiento…

 Si, efectivamente. Los Bancos de Conocimiento son una figura distinta a la de los Bancos de Tiempo, al menos en su origen. Nacieron en Francia como una red de ayuda mutual. Son redes en las que las personas comparten de forma gratuita sus conocimientos y saberes. No se acumula tiempo ni ningún tipo de moneda social. Nadie tiene una cuenta, ni débito ni haberes. Es como una universidad popular. Su carácter es más altruista.

El funcionamiento es similar al de la red por internet denominada Couchsurfing que permite viajar durmiendo en casa de otros miembros de la red.  Tú puedes darte de alta, viajar constantemente y alojarte en casa de otras personas sin que hayas acogido nunca a nadie en tu casa. Aunque evidentemente, en un futuro, puede que alguien de la red visita tu ciudad y requiera de tu sofá.

¿Cómo ven las administraciones y la banca este tipo de iniciativas?

 Directamente no lo ven. Muchas veces los bancos, la administración o las empresas solo se fijan en algo cuando creen que les puede dar réditos. De momento, es algo minoritario, que para ellos carece de interés.

En otros países como Brasil o Estados Unidos hay monedas sociales que  incluso puedes sacar del cajero automático. Se suelen llegar a acuerdos con bancos locales. En este tipo de proyectos el ámbito de lo local es muy importante. La mayoría de sinergias se dan con entidades y empresas de la zona. La cercanía en estos proyectos es fundamental.

¿Cree que nuestra sociedad esta preparada para asumir estas economías alternativas? ¿Cuál es su percepción cuando da charlas o le comentan sobre su libro Vivir sin empleo?

En general, somos demasiado conformistas. Pensamos que lo que existe es lo que debe existir. Tenemos el concepto de que el dinero solo lo puede crear el Estado o un banco central. Que sin empleo y sin dinero no se puede generar riqueza ni recursos. Y esto no es del todo cierto.

Movimientos como el 15M están bien, pero hay que ir más allá. Hay que buscar alternativas y hay que experimentar. Si solo protestamos pero no actuamos, no vamos a conseguir nada. Hay que probar cosas nuevas. Debemos aprender a autogobernarnos. Cuando las cosas van mal, estamos sin empleo y sin perspectivas de encontrarlo, nos sumimos en un estado de pobreza autoasumido y esto tenemos que cambiar.

¿Cómo ve el futuro? ¿Cuál cree que será la evolución de estas iniciativas de economía alternativa?

Van a salir muchas iniciativas. Lo ideal sería que alguna de ellas alcanzase éxito y notoriedad, que se conociese y que la gente joven se involucrase. Hay que buscar algo revolucionario, pero constructivo a la vez. Hay que tener un enfoque positivo, divertido e insisto, constructivo, protestar si no se actúa no sirve de nada. Otra economía es posible, pero tenemos que empezar a trabajar ya.