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Belén Esteban y Amparo Vicent, invitadas de la sesión del Club de Desarrollo Personal y Liderazgo del mes de Mayo, son ambas ingenieras industriales por la UPV.  A través de su experiencia personal (Belén es autora del libro Diario de un despido)  y como consultoras, han recabado mucha información sobre la toxicidad de las empresas (y de las personas) y sobre cómo los ambientes tóxicos inciden en la vida profesional y personal de los trabajadores. “Pero en esta reunión, lo que nos gustaría es lanzar un mensaje de optimismo. Se puede cambiar la situación. Aún no es tarde y además, de todo se aprende, incluso de lo malo”, comenta Amparo Vicent.

Identificando una empresa tóxica
Al inicio de la charla, Amparo y Belén nos invitaron a recordar cuál fue el último momento en el que nos sentimos felices en nuestra empresa y a identificar qué cosas habían cambiado en la misma desde entonces. “Como sucede con una enfermedad, en una empresa tóxica se producen una serie de hechos o situaciones, síntomas, que pueden ayudarnos a realizar un diagnóstico”, comentaba Amparo. “Por desgracia, con la crisis, el número de empresas enfermas ha aumentado y es necesario que sepamos identificar los síntomas para poder hacerles frente”, añadía.

Entre los síntomas más comunes en una empresa tóxica se encuentran:

  • La falta de una dirección clara. Nadie sabe qué hacer ni a dónde se quiere llegar. Se tiende a dirigir por impulsos.
  • Incoherencia generalizada. Los despidos y ajustes no se hacen con el criterio adecuado.
  • Falta de recursos económicos: carencia de financiación, imposibilidad de hacer frente a los pagos a proveedores y trabajadores, equipos de trabajo que no se renuevan, imposibilidad de abrir nuevas líneas de trabajo…
  • Aumento de la irritabilidad y los malos hábitos en la dirección (no escuchan, desprecian al equipo, piden esfuerzos y ajustes que no se aplican a sí mismos), que tiende a sufrir de parálisis. Cada vez cuesta más tomar decisiones.
  • Desmotivación por parte de los trabajadores: rumores y murmuraciones, absentismo o presentismo laboral…

[Img #3115]“Y ante una situación así, lo que no podemos hacer es rendirnos. Debemos ver qué ha originado esta situación y tratar de cambiarlo, por eso Amparo y yo nos hemos dedicado a identificar qué falla en nuestras empresas”, comentaba Belén. Y entre las causas que se comentaron durante la sesión, destacamos las siguientes:

  • Falta de estrategia empresarial y de indicadores de control.
  • Desconocimiento del mercado y de la competencia.
  • Derroche y sobredimensionamiento de plantillas.
  • Se infravalora la aportación del equipo, la formación y el reciclaje del mismo.
  • Carencias comunicativas y a la hora de trabajar en equipo.

“Y sobre todo, existe una gran resistencia al cambio. Vencer este miedo a los cambios y superar la parálisis que atenaza a los directivos de las empresas es fundamental en un contexto de crisis como el que vivimos”, comentaba Amparo. “Las empresas deberían comenzar a planificar sus estrategias y a definir operativas tanto a corto como a medio y largo plazo. Se deberían redefinir las funciones y las responsabilidades de los equipos y se debería fomentar el desarrollo personal y el liderazgo. Hasta ahora las empresas han tenido jefes, ahora lo que necesitan son líderes”, añadía. “También es fundamental que se haga una buena política de recursos humanos y que se aprenda de los errores”, apuntaba Belén.

Y yo, qué puedo hacer
“Cuando uno se halla inmerso en una empresa tóxica, parece que no puede hacer nada por mejorar su situación. Las soluciones que se han planteado anteriormente, y otras muchas que se pueden aplicar (podéis ver la presentación completa en la Know Box), tienen que implementarlas las propias empresas. Pero nosotros también podemos hacer algo. Nunca debemos olvidar que somos el CEO de nuestra propia vida. Debemos ser proactivos y  tratar de expandir nuestro círculo de influencia. Aunque un objetivo nos parezca muy lejano si damos pequeños pasos algún día estaremos en posición de alcanzarlos”, comentaba Amparo. Y Belén añadía “el humor puede ayudarnos mucho y también compartir nuestra experiencia con los demás. Escuchar a los demás siempre nos aporta otros puntos de vista, que pueden ayudarnos a coger distancia con la situación y afrontarla mejor”.

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