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[Img #2873]El coaching está de moda. El término se ha popularizado pero también se ha desdibujado. “Hasta Bisbal y Melendi… son ahora coaches”, comentan Ana y Ángel. Y continúan “es importante que se defina qué es el coaching, hay que poner un poco de orden y tratar de que el coaching se acerque a la ciencia, a la evidencia”.
Al preguntar a los asistentes por una definición de coaching salieron conceptos como “ayudar”, “encontrarse a uno mismo”, “desarrollarse”, “guiar”, “potenciar tus cualidades”, “entrenador personal”…
En la presentación que Ana Fortea y Ángel Escudero hicieron en Bibliocafé, y a la que podéis acceder en nuestra Know Box, hay distintas y variadas definiciones de coaching. Por poner un ejemplo, ésta es la que ofrece la Escuela Europea de Líderes:
 “El Coaching consiste en el acompañamiento a medida de una persona o entidad en un proceso de desarrollo para definir, diseñar y alcanzar sus objetivos, obteniendo un alto potencial interno y una autonomía futura.”
“Hay que dejar claro que un coach no es un terapeuta, ni un psicólogo, un coach solo debe actuar en momentos puntuales. La función de un coach es y debe estar acotada en el tiempo, el coach debe dotar a su coachee de herramientas polivalentes que le permitan autogestionarse. No es bueno que se cree una dependencia, aunque sí es posible que en otro momento de su vida, para afrontar un nuevo reto, se vuelva a requerir la ayuda de un coach”, comenta Ana.
En el siguiente vídeo podéis ver de forma muy gráfica cuál es la labor del coach y qué cinco pasos se suceden en un proceso de coaching: encuentro, visión, plan, camino y éxito.

Talentos ocultos y autolimitaciones

“¿Qué talentos tenéis?”, preguntó Anna a los asistentes. Y el silencio reinó en la sala. Sólo algunos pocos destacaron alguna cualidad de si mismos. Otros comentaban que sabían que eran buenos en algunas cosas, pero no sabían si tanto como para considerarse talentosos en ello. Y ésta es la tónica habitual. “Por la educación que recibimos, por nuestra cultura, tendemos a ser tan humildes que no nos valoramos”, comentaba Ángel Escudero. “Es importante que conozcamos nuestras virtudes”, señalaba Anna al tiempo que pedía a los miembros del Club que se preguntasen los unos a los otros en qué eran buenos y se agrupasen por talentos. Al final, descubrimos que en la sala había más talento del que creíamos. Salieron distintos grupos: los comunicadores, los motivadores, los organizadores, los empáticos… y además vimos que, en mayor o menor medida, todos teníamos desarrollado más de un talento.

“Esto es lo que fundamentalmente hace un coach. Descubrir los talentos de la gente. Y ayudarles a fomentarlos. La principal herramienta de un coach es  la palabra, lo que nosotros llamamos ‘preguntas poderosas’, que son aquellas que te hacen reflexionar. Una pregunta poderosa debe ser abierta, debe requerir una explicación, no puede contestarse con un sí o un no. Además un coach no puede juzgar, ni aconsejar, ni manipular. Los términos de consultor y coach son opuestos, aunque a veces se mezclan. Incluso se habla de “coachsultores”. Ésta es quizá la parte más complicada de nuestro trabajo”, comenta Anna Fortea.

“Hay mucho charlatán, por eso es importante para nosotros, aportar ciencia y evidencia al coaching. Este es el motivo por el que empezamos a trabajar en el neurocoaching”, añade Ángel. “El neurocoaching es el coaching basado en la evidencia. La ciencia ha avanzado muchísimo. Cada vez sabemos mejor cómo funciona el cerebro y se están desterrando muchas creencias erróneas. El objetivo es ayudar a la gente a ser feliz, a vivir mejor, a ser más creativo, a que sean mejores en sus trabajos… Y todo ello con una metodología fundamentada en la ciencia. Ahora sabemos cómo los pensamientos influyen en nuestra vida, el impacto, positivo o negativo, que pueden tener en nuestra felicidad. Y sabiéndolo, podemos reaprender a pensar. También sabemos que vivimos acelerados, estamos en modo multitarea, cuando no trabajamos parece que tenemos que llenar nuestra vida de ocio y estímulos varios, pero no prestamos atención al descanso, nuestro cerebro necesita momentos de descanso, de silencio. Nuestros hábitos, nuestros pensamientos repercuten en nuestra conducta y en nuestra salud”.

Otro gran problema que tenemos, como el elefante del cuento de Jorge Bucay, es que tendemos a autolimitarnos. “Muchas veces no intentamos hacer las cosas porque creemos que no las podemos hacer”, defiende Anna. Y, para demostrarlo, realizó un pequeño experimento. Para ello, pidió un voluntario. Éste fue Enrique Ezpeleta, al que le vendó los ojos, le dio una bolita de papel y le pidió que la encestara en una canasta que acababa de dar a alguien del público. La única indicación que le dio es que solo tenía un intento, solo podía lanzar una vez. A los demás nos pidió que le ayudásemos, por medio de preguntas, a alcanzar su objetivo.
Nosotros, que veíamos perfectamente donde estaba la canasta, intentamos ayudarle, con nuestras preguntas, a que la ubicase dentro del recinto. Él, por su parte, preguntaba qué podía o que no podía hacer: “¿puedo ir palpando hasta que encuentre la canasta?” Ninguno caímos, en qué sólo le habían dado una indicación, tenía un único intento, pero nadie le impedía quitarse la venda de los ojos.